lunes, 1 de enero de 2018

Un día en Pekín

Ofrendas en el templo lamaista
Llegamos al aeropuerto de Pekín a eso de las 6:30. Me da que los lectores de este blog de
viaje echarán de menos a nuestra escritora del verano pasado, Katiuska, pues ninguno de
los tres tenemos su labia ni su manejo del verbo.

Con prisa nos dirigimos al mostrador de los visados de 24h. La cola llega a Europa, pero 
esperamos estoicamente, medio dormidos. Al cabo de media hora llega una sargenta a 
poner un poco de orden, consiguiendo que la cola única se convierta en un pulpo de 6 
patas. Evidentemente nosotros acabamos en el final de una de estas patas y el malhumor 
empieza a apoderarse de los tres, y realmente del pulpo entero. Cada uno se cuela, empuja a los demás, protesta e insulta a los demás en su propio idioma. En fin, al cabo de unas 3 horas llegamos por fin a obtener nuestro visado, y rápidamente conseguimos salir del aeropuerto. 
Sacamos dinero y compramos los pasajes de metro hacia el centro.

Hoy hace muchísimo frío en Pekín, y la gente nos parece mucho más “civilizada” que en
nuestros recuerdos. Sólo algunos escupitajos de vez en cuando, y nada escandalosos. 
Nos dirigimos al templo Lamaista que habíamos decidido visitar. Se encuentra frente a un
hutong que tiene bastante buena pinta. Compramos las entradas y después del típico 
registro para averiguar si nos llevas ni armas ni mechero, empezamos la visita.

Templo Lamaista
Varios módulos del templo y patios se suceden, ornados de Budas de tamaños varios, animados por 
los turistas pero sobre todo por la gente del barrio que viene aquí a rezar. La visita se hace 
realmente apasionante cuando descubrimos un buda inmenso de unos 20 m de alto, 
esculpido (que no escupido, jeje) en una sola pieza de madera. 
Gran Buda
Salimos hambrientos del templo, y rápidamente encontramos un restaurante, que a pesar 
de no aceptar nuestras tarjetas de crédito nos parece buena opción. Hacemos cuentas y 
resulta que tenemos bastante dinero para pagar. 
Posando en una de las puertas
Volvemos al aeropuerto para coger el shuttle al hotel que tenemos reservado. Después de
unos líos con el chico de turismo, llegamos al hotel donde descansamos unas 6 horas. 
Volvemos al aeropuerto sin problema, esperamos a que nos dejen embarcar e iniciamos el
vuelo de 10 horitas que nos llevará a Brisbane, Australia. 






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